sábado, 23 de junio de 2012

Cortito y al pie: breve desarrollo acerca de la universalidad de las COSAS QUE SUCEDEN


Los desarrollos filosóficos de acuerdo a sus diferentes contextos histórico-culturales

El emplazamiento geográfico de la Antigua Grecia es, indudablemente, uno de los factores más influyentes en su desarrollo económico como gran civilización. El hecho de estar en contacto con el Mar Egeo y con el Mar Mediterráneo, rutas obligadas para la navegación entre Europa y Oriente, hizo posible su relación con otras culturas, a partir de las cuales se enriquecían y tomaban aportes.
Los griegos eran un pueblo guerrero y conquistador, lo que conllevaba un gran desarrollo marítimo: contaban con grandes flotas de barcos guerreros y comerciantes. Su desplazamiento por los mares mencionados y su gran poderío económico fundamentado por una sociedad elitista, permitieron el intercambio cultural y el desarrollo de nuevos discursos, basados más en la razón que en las explicaciones mitológicas.
La sociedad griega, como se dijo, era elitista. Estaba conformada por los hombres libres y por los esclavos. Eran los esclavos quienes, según Aristóteles, se ocupaban del “servicio físico a las necesidades de la vida”. Ellos eran quienes trabajaban y cubrían cada necesidad de los hombres libres, quienes gracias a esto podían contar con mucho tiempo de ocio, que usaron para pensar más profundamente y a partir del cual comenzaron a preguntarse acerca de qué explicaciones, más allá de las que disponían de acuerdo al discurso mitológico, podían dar sobre el origen de la naturaleza y las cosas.
El comienzo de la Filosofía puede verse, pues, desde un sentido estricto, como la transición del pensamiento de los griegos antiguos desde un discurso basado en mitos, de lenguaje narrativo, a un discurso racional, basado en argumentos.
Así, la Filosofía comienza con los filósofos presocráticos en las colonias griegas de Asia Menor (Mileto) y del sur de Italia (Crotona, Elea), aproximadamente en el s.VII a. C.
Estos filósofos no estaban satisfechos con las explicaciones mitológicas de los orígenes, sin embargo, no negaban su religión, sólo que estaban absorbidos en los primeros intentos  por explicar racionalmente los problemas del universo. De esta manera, la Filosofía presocrática se caracteriza por la ardiente curiosidad por el cosmos, es por ello que estos filósofos se denominan también «cosmológicos». Estos pensadores disertaban sobre el origen del mundo y de las cosas que en él se hallan, buscando un principio unitario. Buscaban algo permanente en medio del caos del cambio constante, y pensaban que mediante la mente, si no por los sentidos, podían discernir esa permanencia oculta, esa unidad existente detrás del caos.
Por otra parte, ya en el s.VI a.C., el monarca Solón sienta las primeras bases de la democracia, sentenciando que todos los ciudadanos tienen los mismos derechos jurídicos y, luego de las Guerras Médicas, a mediados del s. V a.C., todo ciudadano griego puede ser miembro activo de las asambleas populares. Esto, a su vez, alimentaba la ambición de saber cada vez más acerca de la vida política y de las artes que garantizaban éxito en estas actividades, y el hecho de que los ciudadanos tengan que –y puedan- tomar decisiones en común hace que desarrollen sus capacidades discursivas, ya que para participar de las asambleas democráticas necesitaban saber manejar la oratoria y ser elocuentes al hablar.
Así es como la reacción de la Filosofía hacia el humanismo está asociada con la aparición de los sofistas, maestros ambulantes que reforzaban los recursos argumentativos de los ciudadanos y enseñaban oratoria y cultura general a los posibles participantes de las asambleas. Con los sofistas comienza el período antropológico de la Filosofía, donde se cuestionaban las bases de conocimiento absoluto de las doctrinas naturalistas con las que trabajaban los anteriores pensadores. Para los sofistas, toda acción humana se basaba únicamente en la experiencia, por lo que sus verdades eran relativas y provisorias. En contraposición a esto, aparece la Filosofía de Sócrates, quien instauró un quiebre frente al escepticismo de los sofistas diciendo que existe una sola verdad, dentro de uno mismo, y que la tarea de los filósofos es buscarla.
Sócrates forma parte, junto con Platón y Aristóteles, del período clásico de la Filosofía griega. Estos filósofos eran sistemáticos y abarcaban todos los temas posibles, trascendiendo, sin dejar de lado, las esferas antropológica y cosmológica.
 Al período clásico le sucede el período helenístico, en el cual un alumno de Aristóteles, Alejandro Magno, expande el territorio griego, llevándolo hasta Egipto. Es con este conquistador con quien el centro cultural de Grecia se traslada a la ciudad egipcia de Alejandría. En esta etapa, no existen grandes desarrollos filosóficos (aunque sí eran conocidas las ideas de los epicúreos y de los cínicos) y toda la filosofía pasa por estudiar a Platón y Aristóteles.
Simultáneamente, en los siglos III y II a. C.  aproximadamente, otra importante civilización ya establecida se desarrolla y expande: Roma.
La sociedad romana estaba compuesta también por los libres y por los esclavos, con la posibilidad de que los libres puedan ser, a su vez, nobles o parte de la plebe. La división de esta sociedad estaba basada en criterios sanguíneos, es decir, cuando alguien nacía ya estaba predeterminada su participación en la comunidad.
Roma pasó por tres formas de gobierno: primero, la Monarquía, siendo Rómulo su fundador y primer rey; luego, la República, con división de poderes; por último, sucedió el Imperio. Así, el Imperio Romano comenzó a expandirse hasta conquistar vastos territorios, incluida Grecia. Cuando ésta forma parte de Roma, los griegos pasan a ser sus esclavos y, muchos de ellos, filósofos, debieron dedicarse a enseñar a los hijos de los señores romanos.
En respuesta a la angustia que les causaba el haber perdido la libertad surge, en el s. I a. C., el estoicismo, como búsqueda de la tranquilidad espiritual. Lo que importaba era resaltar la interioridad, tener una vida virtuosa, en la que no importe la condición de ser esclavos. Los romanos, con su expansión, adoptan la cultura griega y, con ella, sus desarrollos filosóficos, entre ellos el estoicismo.
Sucede luego un cambio crucial en la historia: la aparición del Cristianismo en el s. I d. C.
Cuando Jesús muere, el Cristianismo comienza como secta y se expande entre los esclavos romanos con gran velocidad y aceptación, ya que prometía una vida mejor en el más allá, libre de los sufrimientos de esta terrible vida terrenal. El Cristianismo se introduce poco a poco en Roma, donde comienza a relacionarse con la Filosofía: primero como discusión, luego los cristianos comenzaron a usar argumentos filosóficos para poder introducir sus doctrinas (es más fácil acceder al pueblo si se ha evangelizado primero a los que tienen el poder). Sin embargo, el Cristianismo pudo establecerse como religión oficial romana recién en el 380 d. C., con el emperador Teodosio, luego de años de persecución por parte de los emperadores romanos.
El Imperio Romano, ya dividido en sus fronteras interiores, se extiende hasta el año 476 d. C., cuando cae su parte occidental. Aquí comienza la Edad Media.
Esta edad se caracteriza por la relación entre fe y razón, en la cual predomina la fe. Los cristianos, totalmente arraigados, dicen que hay cosas que no pueden explicarse usando la razón, sino la fe, y sostienen que la única verdad es la Verdad Revelada –de carácter dogmático-. La Filosofía está totalmente ligada a la teología.
Esto se debe, en parte, a la división social estamental que había en la Edad Media. Esta sociedad estaba dividida entre el monarca, los nobles/clero y, debajo, sosteniendo al resto, los siervos. Se trataba de una sociedad feudal, en la que el señor feudal, valga la redundancia, poseía  las tierras y a los que vivían en ellas. Entre los nobles era el clero quien tenía acceso a la educación, que se daba en los monasterios. Así es cómo la Filosofía comenzó a ligarse con la teología.
La Edad Media se divide en dos períodos: el neoplatónico o de la escuela patrística, es decir, de los padres de la Iglesia, que profesaban ideas filosóficas de la escuela de Platón, adaptadas a la teología.
El otro período es el escolástico (s. IX d. C.), en el que surgen una “compatibilización” de las ideas aristotélicas con la teología. Estas ideas llegan a Santo Tomás con Averroes, un filósofo árabe, cuando los moros invaden Europa; trayendo consigo la literatura griega que había quedado en Alejandría luego de la separación del Imperio Romano. Así, Santo Tomás adapta a la religión los conceptos de Aristóteles.
El período siguiente, de transición de la Edad Media hacia la Modernidad, es el Renacimiento (s. XV), donde aparecen conceptos modernos, como la ciencia basada en la experiencia y el pensamiento matemático. Este pensamiento se desarrolla a partir de una nueva clase social en Italia, los burgueses, quienes al ser comerciantes y bancarios se valían de la medición y el cálculo para acumular dinero. Los burgueses poseían poder económico pero no poder político, por lo que estaban enfrentados con los nobles y con el clero.
El Renacimiento es el renacer de nuevas ideas y nuevas tecnologías, como la imprenta, que permitió la “democratización de los conocimientos” al poder reproducir los textos para todos y no sólo para la Iglesia. Es entonces cuando Lutero traduce la Biblia al alemán, permitiendo que llegue a todos los adeptos, estableciendo así la Reforma Protestante. La filosofía deja de ser sólo de la Iglesia.
Los burgueses, en cuanto a política, proponen la secularización, es decir, la separación de la Iglesia de la política. Con las críticas a las monarquías, se vuelve al republicanismo (aunque éste pudo concretarse sólo en Florencia). Los renacentistas, sin dejar de ser religiosos, se veían diferentes y aplicaban esas marcas de diferencia en el arte, donde predominaba la concepción geocéntrica de las ciencias y con ella la importancia por lo humano.
La Edad Media finaliza en 1453, con la caída del Imperio Romano de Oriente, pero también existen quienes ubican este fin en 1492, con el descubrimiento de América. Con este extraordinario choque de culturas comienza un cuestionamiento acerca de la naturaleza humana, sobre qué es lo que nos hace humanos. Esto da paso a la Modernidad, hacia el s. XVI, donde empieza a postularse que lo que nos diferencia de la animalidad es la razón.
Son modernas, entonces, las ideas de un sujeto racional, de conciencia interna, opuesto al objeto, y la idea del progreso, es decir, la idea de que la humanidad avanza con el conocimiento. Estos ideales eran conocidos como ideales de la Ilustración, cuyo período, del s. XVII al s. XVIII, influye muchísimo en el pensamiento de los burgueses de la época. En consecuencia, en el plano social y político ocurre, en el año 1789, la Revolución Francesa, con la que se instaura la república a partir de la destitución de la monarquía. Esta revolución es muy importante por el hecho de que reproduce ideas modernas - igualdad, libertad y fraternidad- al proclamar los derechos naturales del hombre, a partir de los cuales somos iguales por naturaleza por el sólo hecho de ser racionales.
Según el criterio francés, la Modernidad llega a su fin con la Revolución Francesa, pero existen historiadores anglosajones que pautan este fin en el s. XIX, con la Segunda Revolución Industrial. En ella acontecen grandes cambios tecnológicos y sociales, uno de ellos, por ejemplo, es el crecimiento desbordante de las ciudades causado por la mano de obra redundante, que dejaba los campos y se mudaba a las ciudades a trabajar. Esto generó conflictos, entonces comenzó a plantearse cómo ordenar la sociedad a partir de ese “caos”, es decir, aparece una preocupación por el orden social, y surgen las Ciencias Sociales como búsqueda de respuestas frente a estos cambios.
 Finalmente, y a modo de conclusión, cabe comprender cómo todos los factores históricos, los cambios de la vida social, política, religiosa, en la ciencia, etc., influyen decisivamente en los desarrollos filosóficos de todas las épocas, como se explicó en este informe. La historia de la Filosofía, al ser la historia de la vida misma, no puede escindirse de ninguna manera del contexto cultural histórico.

Bibliografía adicional:
·        Los filósofos griegos, de W.K.C. Guthrie (México, Fondo de la Cultura Económica, 1953)
·        Manual de Historia Universal, de Trevisan y Sinland (Bs. As., 1952)

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