Los desarrollos filosóficos de acuerdo a
sus diferentes contextos histórico-culturales
El
emplazamiento geográfico de la Antigua Grecia es, indudablemente, uno de los
factores más influyentes en su desarrollo económico como gran civilización. El
hecho de estar en contacto con el Mar Egeo y con el Mar Mediterráneo, rutas
obligadas para la navegación entre Europa y Oriente, hizo posible su relación
con otras culturas, a partir de las cuales se enriquecían y tomaban aportes.
Los
griegos eran un pueblo guerrero y conquistador, lo que conllevaba un gran
desarrollo marítimo: contaban con grandes flotas de barcos guerreros y
comerciantes. Su desplazamiento por los mares mencionados y su gran poderío
económico fundamentado por una sociedad elitista, permitieron el intercambio
cultural y el desarrollo de nuevos discursos, basados más en la razón que en
las explicaciones mitológicas.
La
sociedad griega, como se dijo, era elitista. Estaba conformada por los hombres
libres y por los esclavos. Eran los esclavos quienes, según Aristóteles, se
ocupaban del “servicio físico a las
necesidades de la vida”. Ellos eran quienes trabajaban y cubrían cada
necesidad de los hombres libres, quienes gracias a esto podían contar con mucho
tiempo de ocio, que usaron para pensar más profundamente y a partir del cual
comenzaron a preguntarse acerca de qué explicaciones, más allá de las que
disponían de acuerdo al discurso mitológico, podían dar sobre el origen de la
naturaleza y las cosas.
El
comienzo de la Filosofía puede verse, pues, desde un sentido estricto, como la
transición del pensamiento de los griegos antiguos desde un discurso basado en
mitos, de lenguaje narrativo, a un discurso racional, basado en argumentos.
Así,
la Filosofía comienza con los filósofos presocráticos en las colonias griegas
de Asia Menor (Mileto) y del sur de Italia (Crotona, Elea), aproximadamente en
el s.VII a. C.
Estos
filósofos no estaban satisfechos con las explicaciones mitológicas de los
orígenes, sin embargo, no negaban su religión, sólo que estaban absorbidos en
los primeros intentos por explicar
racionalmente los problemas del universo. De esta manera, la Filosofía
presocrática se caracteriza por la ardiente curiosidad por el cosmos, es por
ello que estos filósofos se denominan también «cosmológicos».
Estos pensadores disertaban sobre el origen del mundo y de las cosas que en él
se hallan, buscando un principio unitario. Buscaban algo permanente en medio
del caos del cambio constante, y pensaban que mediante la mente, si no por los
sentidos, podían discernir esa permanencia oculta, esa unidad existente detrás
del caos.
Por
otra parte, ya en el s.VI a.C., el monarca Solón sienta las primeras bases de
la democracia, sentenciando que todos los ciudadanos tienen los mismos derechos
jurídicos y, luego de las Guerras Médicas, a mediados del s. V a.C., todo
ciudadano griego puede ser miembro activo de las asambleas populares. Esto, a
su vez, alimentaba la ambición de saber cada vez más acerca de la vida política
y de las artes que garantizaban éxito en estas actividades, y el hecho de que
los ciudadanos tengan que –y puedan- tomar decisiones en común hace que
desarrollen sus capacidades discursivas, ya que para participar de las
asambleas democráticas necesitaban saber manejar la oratoria y ser elocuentes
al hablar.
Así
es como la reacción de la Filosofía hacia el humanismo está asociada con la aparición
de los sofistas, maestros ambulantes que reforzaban los recursos argumentativos
de los ciudadanos y enseñaban oratoria y cultura general a los posibles
participantes de las asambleas. Con los sofistas comienza el período
antropológico de la Filosofía, donde se cuestionaban las bases de conocimiento
absoluto de las doctrinas naturalistas con las que trabajaban los anteriores
pensadores. Para los sofistas, toda acción humana se basaba únicamente en la
experiencia, por lo que sus verdades eran relativas y provisorias. En
contraposición a esto, aparece la Filosofía de Sócrates, quien instauró un
quiebre frente al escepticismo de los sofistas diciendo que existe una sola
verdad, dentro de uno mismo, y que la tarea de los filósofos es buscarla.
Sócrates
forma parte, junto con Platón y Aristóteles, del período clásico de la
Filosofía griega. Estos filósofos eran sistemáticos y abarcaban todos los temas
posibles, trascendiendo, sin dejar de lado, las esferas antropológica y
cosmológica.
Al período clásico le sucede el período
helenístico, en el cual un alumno de Aristóteles, Alejandro Magno, expande el
territorio griego, llevándolo hasta Egipto. Es con este conquistador con quien
el centro cultural de Grecia se traslada a la ciudad egipcia de Alejandría. En
esta etapa, no existen grandes desarrollos filosóficos (aunque sí eran
conocidas las ideas de los epicúreos y de los cínicos) y toda la filosofía pasa
por estudiar a Platón y Aristóteles.
Simultáneamente,
en los siglos III y II a. C.
aproximadamente, otra importante civilización ya establecida se
desarrolla y expande: Roma.
La
sociedad romana estaba compuesta también por los libres y por los esclavos, con
la posibilidad de que los libres puedan ser, a su vez, nobles o parte de la
plebe. La división de esta sociedad estaba basada en criterios sanguíneos, es
decir, cuando alguien nacía ya estaba predeterminada su participación en la
comunidad.
Roma
pasó por tres formas de gobierno: primero, la Monarquía, siendo Rómulo su
fundador y primer rey; luego, la República, con división de poderes; por
último, sucedió el Imperio. Así, el Imperio Romano comenzó a expandirse hasta
conquistar vastos territorios, incluida Grecia. Cuando ésta forma parte de Roma,
los griegos pasan a ser sus esclavos y, muchos de ellos, filósofos, debieron
dedicarse a enseñar a los hijos de los señores romanos.
En
respuesta a la angustia que les causaba el haber perdido la libertad surge, en
el s. I a. C., el estoicismo, como búsqueda de la tranquilidad espiritual. Lo
que importaba era resaltar la interioridad, tener una vida virtuosa, en la que
no importe la condición de ser esclavos. Los romanos, con su expansión, adoptan
la cultura griega y, con ella, sus desarrollos filosóficos, entre ellos el
estoicismo.
Sucede
luego un cambio crucial en la historia: la aparición del Cristianismo en el s.
I d. C.
Cuando Jesús muere, el Cristianismo comienza como secta y
se expande entre los esclavos romanos con gran velocidad y aceptación, ya que
prometía una vida mejor en el más allá, libre de los sufrimientos de esta
terrible vida terrenal. El Cristianismo se introduce poco a poco en Roma, donde
comienza a relacionarse con la Filosofía: primero como discusión, luego los
cristianos comenzaron a usar argumentos filosóficos para poder introducir sus
doctrinas (es más fácil acceder al pueblo si se ha evangelizado primero a los
que tienen el poder). Sin embargo, el Cristianismo pudo establecerse como
religión oficial romana recién en el 380 d. C., con el emperador Teodosio, luego
de años de persecución por parte de los emperadores romanos.
El Imperio Romano, ya dividido en sus fronteras interiores,
se extiende hasta el año 476 d. C., cuando cae su parte occidental. Aquí
comienza la Edad Media.
Esta edad se caracteriza por la relación entre fe y razón,
en la cual predomina la fe. Los cristianos, totalmente arraigados, dicen que
hay cosas que no pueden explicarse usando la razón, sino la fe, y sostienen que
la única verdad es la Verdad Revelada –de carácter dogmático-. La Filosofía
está totalmente ligada a la teología.
Esto se debe, en parte, a la división social estamental que
había en la Edad Media. Esta sociedad estaba dividida entre el monarca, los
nobles/clero y, debajo, sosteniendo al resto, los siervos. Se trataba de una sociedad
feudal, en la que el señor feudal, valga la redundancia, poseía las tierras y a los que vivían en ellas.
Entre los nobles era el clero quien tenía acceso a la educación, que se daba en
los monasterios. Así es cómo la Filosofía comenzó a ligarse con la teología.
La Edad Media se divide en dos períodos: el neoplatónico o
de la escuela patrística, es decir, de los padres de la Iglesia, que profesaban
ideas filosóficas de la escuela de Platón, adaptadas a la teología.
El otro período es el escolástico (s. IX d. C.), en el que
surgen una “compatibilización” de las ideas aristotélicas con la teología.
Estas ideas llegan a Santo Tomás con Averroes, un filósofo árabe, cuando los
moros invaden Europa; trayendo consigo la literatura griega que había quedado en
Alejandría luego de la separación del Imperio Romano. Así, Santo Tomás adapta a
la religión los conceptos de Aristóteles.
El período siguiente, de transición de la Edad Media hacia
la Modernidad, es el Renacimiento (s. XV), donde aparecen conceptos modernos,
como la ciencia basada en la experiencia y el pensamiento matemático. Este
pensamiento se desarrolla a partir de una nueva clase social en Italia, los
burgueses, quienes al ser comerciantes y bancarios se valían de la medición y
el cálculo para acumular dinero. Los burgueses poseían poder económico pero no
poder político, por lo que estaban enfrentados con los nobles y con el clero.
El Renacimiento es el renacer de nuevas ideas y nuevas
tecnologías, como la imprenta, que permitió la “democratización de los
conocimientos” al poder reproducir los textos para todos y no sólo para la
Iglesia. Es entonces cuando Lutero traduce la Biblia al alemán, permitiendo que
llegue a todos los adeptos, estableciendo así la Reforma Protestante. La
filosofía deja de ser sólo de la Iglesia.
Los burgueses, en cuanto a política, proponen la
secularización, es decir, la separación de la Iglesia de la política. Con las
críticas a las monarquías, se vuelve al republicanismo (aunque éste pudo
concretarse sólo en Florencia). Los renacentistas, sin dejar de ser religiosos,
se veían diferentes y aplicaban esas marcas de diferencia en el arte, donde
predominaba la concepción geocéntrica de las ciencias y con ella la importancia
por lo humano.
La Edad Media finaliza en 1453, con la caída del Imperio
Romano de Oriente, pero también existen quienes ubican este fin en 1492, con el
descubrimiento de América. Con este extraordinario choque de culturas comienza
un cuestionamiento acerca de la naturaleza humana, sobre qué es lo que nos hace
humanos. Esto da paso a la Modernidad, hacia el s. XVI, donde empieza a
postularse que lo que nos diferencia de la animalidad es la razón.
Son modernas, entonces, las ideas de un sujeto racional, de
conciencia interna, opuesto al objeto, y la idea del progreso, es decir, la idea
de que la humanidad avanza con el conocimiento. Estos ideales eran conocidos
como ideales de la Ilustración, cuyo período, del s. XVII al s. XVIII, influye
muchísimo en el pensamiento de los burgueses de la época. En consecuencia, en
el plano social y político ocurre, en el año 1789, la Revolución Francesa, con
la que se instaura la república a partir de la destitución de la monarquía. Esta
revolución es muy importante por el hecho de que reproduce ideas modernas -
igualdad, libertad y fraternidad- al proclamar los derechos naturales del
hombre, a partir de los cuales somos iguales por naturaleza por el sólo hecho
de ser racionales.
Según el criterio francés, la Modernidad llega a su fin con
la Revolución Francesa, pero existen historiadores anglosajones que pautan este
fin en el s. XIX, con la Segunda Revolución Industrial. En ella acontecen
grandes cambios tecnológicos y sociales, uno de ellos, por ejemplo, es el
crecimiento desbordante de las ciudades causado por la mano de obra redundante,
que dejaba los campos y se mudaba a las ciudades a trabajar. Esto generó
conflictos, entonces comenzó a plantearse cómo ordenar la sociedad a partir de
ese “caos”, es decir, aparece una preocupación por el orden social, y surgen
las Ciencias Sociales como búsqueda de respuestas frente a estos cambios.
Finalmente, y a modo
de conclusión, cabe comprender cómo todos los factores históricos, los cambios
de la vida social, política, religiosa, en la ciencia, etc., influyen
decisivamente en los desarrollos filosóficos de todas las épocas, como se
explicó en este informe. La historia de la Filosofía, al ser la historia de la
vida misma, no puede escindirse de ninguna manera del contexto cultural
histórico.
Bibliografía adicional:
·
Los filósofos griegos, de W.K.C. Guthrie
(México, Fondo de la Cultura Económica, 1953)
·
Manual de
Historia Universal, de Trevisan y Sinland (Bs. As., 1952)
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