martes, 26 de abril de 2011

Nunca seré un terrorista suicida,...

...solo explotaría una vez, y yo quiero explotar mil veces 

La locura es un placer que solo el loco etc.

Cada vez que me levanto (o no) luego de una etapa de sueño prolongado, me quedo regulando sobre lo extrañas e incalculables que son las reacciones y relaciones de la conciencia, llegando siempre a mi conclusión –digo mía, sin saber cuántas personas pensarán o pensaron lo mismo- , esa que me creé hace ya un tiempo, en la que me convenzo de que nunca tenemos absoluta seguridad o “claridad de un presente” para darnos cuenta si estamos aún soñando. Esto podría parecer una cháchara filosofal, y no niego que lo sea, pero ¿cómo estás seguro de estar ahora acá?
Me encuentro en un lugar muy natural, sin construcciones edilicias, de amplia vista al horizonte. En la parte de debajo de mi mirada predominan los colores, girando en una gama de marrones y verdes. Veo arbustos. Veo agua. Veo… de esos arbustos y hierbas que crecen en ese tipo de lugar... (¿esteros se llaman? Creo que sí). Arriba, no hay colores. Veo el cielo, con sus nubes como asechándome, en una escala de grises que me producen una presión en la garganta. El típico nudo. Me pregunto qué hago aquí, pero no desespero, sé que es algo que tiene que pasar, algo que está pasando, algo que va a terminar; como todo, que se desvanece con el tiempo.
 El devenir. ¿Quién escapa a eso? Ni en sueños podrías.
Sin embargo, como decía, no desespero; tengo cosas que hacer, siempre tengo cosas que hacer. Lo próximo en acaecer a mi conciencia es la pérdida de varios objetos de mi propiedad: un collar  y un par de ojotas blancas, que sin saber cómo ni cuándo, perdí en esas espesas aguas. No puedo evitar dejarlas, ¿por qué? No las necesito. Aún así, caigo a esa especie de laguna llena de viscosos bichos, en el intento de recuperarlas. No estoy triste, una sonrisa de desinterés reina en mi rostro. ¿Cómo me veo si no tengo espejos? Algún otro yo en posición cenital dictará lo que mi cara expresa. Luego, rescato el collar de entre el lodo -el sol calentando mi cuerpo en el punto exacto-,  doy la vuelta y de repente me encuentro en una especie de parque, con elevaciones en el terreno de las cuales podría uno caerse y rodar graciosamente. No pasa nada. Luego de caminar un poco, quizás, o mucho, tal vez; estoy en mi patio. O al menos eso creo.
En el techo está él, lo miro desde abajo, como queriendo reencontrarlo. Sonríe, ¡qué belleza, me estremece! Bajá, por favor, acá te espero.
               Tardaste. Me voy (sin vos, ¡QUÉ MÁS! ¿Esperabas que me desangre?) discutiendo conmigo, ¿qué espero si no sé qué somos? Al fin y al cabo voy a tener que seguir juntando mis cositas de ese barro que cada vez se siente más pegajoso y sucio. Pero siento que no me molesta, si siempre me faltaron cinco para el peso…

"Tú, cuyo cuerpo está desprovisto de élitros, un día me reprocharás con acidez por no amar suficientemente tu sublime inteligencia que no se deja leer; quizás tengas razón, puesto que ni siquiera puedo reconocer a ese hombre."                    (en "Los Cantos de Maldoror")



 Era mi pebeta una flora maleva más linda que un día dorado de sol. Trenzas renegridas, mirada que ruega, boca palpitante de fuego y de amor. Para conquistarla yo me jugué entero, no valía la pena sin ella vivir, peleando con taitas en un entrevero pensé que era lindo por ella morir. Tiempo viejo, caravana fugitiva ¿donde estás? Florido tiempo que añoro por tus caminos de olvido viajan visiones que lloro, sueño querido que te alejas. Tiempo viejo, caravana fugitiva ¿donde estás? Cinco años pasaron de la primer cita, burlón el destino me obligó a volver. Qué viejos los ojos de la muchachita, que un día riendo me enseñó a querer. Fuimos sin pensarlo como dos extraños, su boca marchita y mi suspirar. Habiendo cenizas de los desengaños, el recuerdo, amigo, es mejor borrar.
 http://www.youtube.com/watch?v=ULObiVWwTTU